Una de vaqueros: Austin

Hay que disparar primero. No hay otra ley en el Oeste. De poco o nada sirve ya lo hecho en Losail, en Texas no existirán las jerarquías. 19 pilotos no han pisado todavía el flamante circuito de Austin, y los otros cinco apenas rodaron unas cuentas vueltas. El caso es que la película está todavía por estrenar, y el argumento es una completa incógnita.

 

Al menos, podemos hacernos una idea de los protagonistas. Personalmente, me imagino a Dani Pedrosa apoyado en la barra, dejando pasar la tarde entre chupitos. Tras la barra, sonriente, el tabernero Valentino Rossi, dejando caer el líquido elemento sobre los gastados vasos que se extienden por la madera, llena de agujeros de bala, recuerdos de cuando era el jefe. Un puesto al que aún no ha renunciado, pero de momento prefiere pasar inadvertido.

 

Se abren las puertas del ‘saloon’ y aparece Jorge Lorenzo. Sobre su pecho reluce una estrella, para que nadie tenga ninguna duda de su posición de ‘sheriff’, ganada a pulso en duelos anteriores. Llega a la barra y Vale le atiende con una sonrisa, que muestra simpatía pero esconde ganas de revancha.

 

No ha caído todavía la última gota de whisky en el vaso de Jorge cuando se vuelven a oír las puertas, y una sombra se proyecta por toda la estancia. Al principio solo es una silueta, pero los ojos de los presentes se van acostumbrando poco a poco la luz del sol que penetra en el lugar, adivinando entre los rayos la figura de Marc Márquez. Es el más joven del lugar, pero ya goza del respeto de todo el pueblo. Y eso incluye al propio sheriff, e incluso al tabernero, todavía el más respetado entre esas cuatro paredes.

 

Un respeto que no es baladí. Quién le ha visto practicar el desenfundado de su arma ya sabe de lo que es capaz, y el propio sheriff sabe, que mientras Marc esté rondando por allí, nunca podrá estar totalmente a salvo. No mientras este nuevo ‘Billy el niño’ motorizado se atreva a desafiarle, algo de lo que nadie duda.

 

Todas las mesas se han girado para mirarle. Todas menos una. Allí, tres sombreros de ala ancha ni se han movido. Bajo ellos, los tres perros más viejos de lugar no han levantado la mirada de la partida de poker que les tiene enfrascados. Sus nombres son Colin Edwards, Nicky Hayden y Cal Crutchlow. No quiere decir que no respeten al resto de los presentes, pero para ellos siempre serán lo mismo: Forasteros.

 

Conocemos a los protagonistas, pero no tenemos ni la más remota idea del argumento. Podemos intuir cierta sucesión de hechos, pero ni por asomo acercarnos a lo que pasará en realidad. Pero con semejante reparto, resulta imposible decirle que no a la película. Aunque sea una de vaqueros.

 

Nacho. 

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