Nada cambia... el cronómetro...

Se hizo la luz meses después, y cuando los focos de Losail proyectaron la sombra de los pilotos sobre el asfalto, todo seguía igual. O casi todo. Como si del popular juego infantil llamado ‘escondite inglés’ (que vaya forma de esconderse tienen los queridos hijos de la Gran Bretaña) se tratara, la gran mayoría de sombras no se habían movido. Como mucho habían avanzado uno o dos pasos, en función del terreno libre que tuvieran ante sí.

 

Hubo algún eliminado, por supuesto. Nadie está exento de dar un paso en falso que le retrase hasta la línea de salida, poniéndole en desventaja frente a sus competidores. Ese imparcial juez al que conocemos como cronómetro actúa de forma implacable, otorgando el sentido más estricto posible a la famosa frase: ‘El tiempo pone a cada uno en su lugar’.

 

Un lugar que los principales actores parecen tener claro, con la notable excepción de Dani Pedrosa, primer ‘eliminado’ de renombre. De los nueve pilotos que el año pasado finalizaron en los podios de las clasificaciones generales –con la excepción de Cortese y Márquez, subidos de categoría- fue el único que acabó la primera carrera de 2013 en un puesto peor en el que finalizó la general de 2012. Llegarán errores de los demás, eso es algo tan incuestionable como que él ha sufrido el varapalo más serio en Qatar. Pero empecemos por abajo.

 

Tachando los ausentes de la pasada general Moto3 (Cortese y Kent), habría quedado un podio configurado por Salom, Viñales y Rins; en este orden. En efecto, se trata del mismo orden con el que los tres españoles fueron rellenando los huecos del primer podio de la temporada, demostrando que la jerarquía de los puntos nunca es casual.

 

Escalando a Moto2, más de lo mismo. Ausentes campeón (Márquez) y tercero (Iannone) en busca de mayores conquistas, y cuarto (Luthi), convaleciente en este inicio; todos señalaban al subcampeón. ‘Polyccio’ recogió el guante y ganó, pero encontró un serio oponente en Redding. Curiosamente, el quinto clasificado de 2012. Si Espargaró aprovechó a la perfección el único hueco que le quedaba delante, Scott hizo lo propio con los tres lugares vacíos que se abrieron ante sus ojos.

 

MotoGP es distinto. Allí el campeón sí defiende el título –más que nada porque no hay cota más alta a la que aspirar-; y si en Moto3 y Moto2 los ganadores se beneficiaron de las ausencias de los que hasta hace poco eran sus verdugos, en la clase reina el campeón no dejó su plaza a nadie. Lorenzo vino a Qatar, vio cómo los focos mediáticos alumbraban a otros, y les ganó. Y que el cronómetro se encargase de juzgar al resto.

 

Y vaya si los juzgó. El subcampeón no logró conservar su posición –tampoco el cuarto, y el tercero está pescando-, y un paso en falso le relegó dos plazas más atrás, el equivalente a la línea de salida tratándose de una lucha entre cuatro. Fue la ‘eliminación’ más sonada. Hubo otras más claras -Bradl, Smith, Elías, Pasini, Fenati, Antonelli…-, pero ninguna tan dolorosa. El cuadrado mágico de MotoGP se quedó en un triángulo, con Lorenzo en el vértice superior y Rossi y Márquez en la base. Todo el mundo tenía claro el nombre del derrotado.

 

Eso cambiará, no hay duda. La temporada es larga y las variables son demasiadas para pensar ni siquiera en un férreo inmovilismo a medio plazo. Eso sí, visto lo visto, los protagonistas seguirán siendo los mismos. Se sumará alguno más, por supuesto. De hecho, nombres como Nakagami, Álex Márquez o Aegerter ya han dado un salto cualitativo hacia adelante.

Un salto, como todo en este deporte, avalado por el cronómetro. Él es el que todo lo juzga, el que pondera los éxitos y pone en perspectiva los fracasos –no en vano Dani entró en meta a menos de 3,5 de Rossi, el equivalente a décima y media por vuelta-. El cronómetro es el único para el que nada cambia. Nunca. 

 

Por Nacho

 

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